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UNA EXPOSICIÓN QUE INVITA A MIRAR EN PRIMERA PLANA
LAS MUJERES DE LA REVOLUCIÓN ORIENTAL

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EL PROYECTO

Esta propuesta invita al público a reflexionar sobre la importancia de las mujeres en la historia y a cuestionar las narrativas tradicionales, reconociendo sus contribuciones a través de una expresión artística contemporánea que fusiona el pasado y el presente.

 

Libertadoras es sobre las que resisten, curan, alientan, espían, emigran y conforman poblados dentro de un proyecto político y social que contradice el orden establecido.

 

Te invitamos a conocer la historia desde otra perspectiva.

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LA ARTISTA

La artista María Noel Silvera busca explorar y reinterpretar algunas obras pictóricas del Museo Histórico Nacional, centrándose en el destacado papel desempeñado por las mujeres durante la Revolución Oriental a partir de 1811.

 

Desde una perspectiva plástica, elige imaginar y bocetar a aquellas mujeres que no fueron representadas a lo largo de la historia, destacándolas en escenas de diversos episodios históricos para situarlas en primera plana, otorgándoles visibilidad y alentando a la audiencia a mirarlas desde una nueva perspectiva.

 

La investigación histórica y el discurso museográfico se entrelazan en este proyecto con el objetivo de revisar el papel colectivo de las mujeres en este periodo de convulsión y profundos cambios.

 

A pesar de que las fuentes de información no son tan directas como las imágenes ilustradas, "Libertadoras" aborda el desafío de reconstruir las vidas y acciones de estas mujeres a las cuales también les debemos la independencia del país.

LAS OBRAS INTERVENIDAS

OBRA 1.

GRITO

DE ASENCIO 

Jorge Calasso

1962

Óleo sobre tela

450 x 198 cm

MHN 2746

LAS QUE RESISTEN

Luego del levantamiento en Buenos Aires en mayo de 1810, en la Banda Oriental se asocia el comienzo de la revolución al llamado Grito de Asencio, ocurrido el 28 de febrero de 1811 en el actual departamento de Soriano.

El artista Jorge Calasso recreó a pedido del Museo la “admirable alarma” a partir de un óleo de Pedro Figari. En esta obra aparecen pintadas varias mujeres en una escena previa al levantamiento, cuando los jinetes se preparan para partir. La imagen permite reflexionar sobre la participación femenina en la revolución. ​ Sabemos que algunas mujeres acompañaron a las tropas en su desplazamiento, sirviendo como cocineras, lavanderas o costureras. Mientras tanto otras, sobre todo quienes estaban establecidas en Montevideo, organizaron contribuciones para financiar los ejércitos o reuniones en sus salones, donde se discutían ideas políticas y se daba cuenta de las novedades de la revolución. ​ Aún faltan muchas investigaciones sobre su participación en el campo de batalla. Existen algunos casos, registrados en documentos, pero así mismo los detalles son escasos.

OBRA 2.

LA BATALLA
DE LAS PIEDRAS -
RENDICIÓN
DE POSADAS

Juan Luis Blanes,

con intervenciones de Juan Manuel Blanes, sin firma.

Óleo sobre tela, inconcluso.

503 x 304 cm

MHN 1468

LAS QUE CURAN, ALIENTAN Y ESPÍAN

La Batalla de las Piedras ocurrida el 18 de mayo de 1811 enfrentó a las fuerzas revolucionarias al mando de José Artigas contra las tropas españolas encabezadas por el capitán de fragata José Posadas. Tras la importante victoria obtenida en Las Piedras, las fuerzas orientales marcharon sobre Montevideo, donde se habían nucleado las autoridades españolistas, para ponerle sitio.

La Batalla de las Piedras o la Rendición de Posadas fue realizada por Juan Luis Blanes con intervenciones de su padre, Juan Manuel, luego de la muerte del primero en 1895. En la escena aparecen dos mujeres, una observando la situación y otra vendando a un combatiente. ​ Algunas mujeres se encargaban de asistir a los soldados por ejemplo en la curación de los heridos. En muchas ocasiones su presencia fue criticada por la oficialidad, por considerar que afectaban la disciplina de las tropas, además de ser un problema por la falta de caballos para los desplazamientos. Esto era denunciado también por los realistas, así un Jefe de la partida española en un bando de 1812 señalaba que “algunas mujeres atrevidas que fiadas en lo preferido de su sexo les parece tienen alguna particular libertad para expresarse de cualquier modo”. ​ Las fuentes también llaman la atención sobre otros roles asociados a las mujeres, el de cantar consignas políticas o alentar a las tropas. En su diario del sitio de Montevideo, Francisco Acuña de Figueroa recuerda a “Victoria la cantora”, cuando refiere a los acontecimientos de noviembre de 1813: “Ayer noche ante el muro / Victoria la cantora,/ hizo escuchar sonora / su acento feminal”. A ella también la menciona Isidoro de María. El cronista la vincula a los sectores populares y señala que cantaba cielitos en tono burlón a los enemigos de la revolución: “Cielito, cielo y cielito,/ Cielo de los maturrangos,/ Salgan si gustan afuera/ Que bailarán el fandango”. Una referencia similar aparece en las memorias de Ramón de Cáceres. En la batalla de India Muerta, en noviembre de 1816, una mujer acompañó la marcha de las tropas de Rivera, se trataba de “una Cordobesa, llamada Juana Bustamante que nos venía exhortando a que no parásemos y volviésemos cara contra el enemigo”. ​ También algunas fuentes mencionan las funciones de inteligencia de algunas mujeres, y cómo hacían de espías pasando información. Sobre este aspecto se lamentaba el militar españolista Juan Ángel Michelena cuando decía “ni las mujeres que todo lo hablan, nos vienen a dar noticia alguna”.

OBRA 3.

Guillermo Rodríguez

1923

Óleo sobre tela

270,5 x 224,8 cm

MHN 704

UN EPISODIO
DEL ÉXODO

LAS QUE EMIGRAN

Luego de la victoria en Las Piedras en mayo de 1811 se puso sitio a Montevideo que permanecía fiel a la corona española. En julio, un ejército de Portugal cruzó la frontera y avanzó sobre la Banda Oriental, situación que propició una opinión favorable a un acuerdo entre las autoridades de Montevideo y Buenos Aires. Mientras

tanto en el campo sitiador, los vecinos orientales se reunieron en setiembre en la panadería de Vidal y un mes más tarde, tuvieron una asamblea en la quinta de la Paraguaya, donde proclamaron a José Artigas como Jefe de los Orientales. Allí los vecinos recibieron con preocupación las noticias sobre las negociaciones de paz, que implicaban un retroceso para las fuerzas orientales. El 20 de octubre, finalmente se firmó el armisticio entre ambos gobiernos que exigía abandonar el sitio y retirar las fuerzas revolucionarias de la Banda Oriental. En consecuencia, se inició la marcha, la “redota” hacia el norte que movilizó a cerca de diez mil personas, incluidos ejércitos y familias que acompañaron a las tropas por temor al avance de las fuerzas portuguesas y las represalias del gobierno españolista. ​ Esta obra de Guillermo Rodríguez recrea un episodio cotidiano del “éxodo del pueblo oriental” con mujeres de diferentes orígenes étnicos que aparecen conversando, cocinando o atendiendo a sus hijos. ​ A los 4.000 soldados que marcharon durante dos meses hasta llegar al Salto Chico, los acompañaron 900 familias que ascendían a 4.426 personas. De este conjunto, según el “Padrón de las familias emigradas de la Banda Oriental…”, 1.786 eran mujeres, 378 esposas con sus maridos, 69 viudas jefas de familia, 1.206 hijas y 133 esclavas. Como decía Artigas en un oficio al Gobierno de las Provincias Unidas en 1812: “No ha habido modo de decidirlas a que dejen de seguir a este ejército, ellas llegarán hasta el exceso de ofrecer sus vidas formando entre los soldados, antes de resolverse a abandonar a sus padres, hermanos y esposos…Yo no he podido contenerlas y la mayor parte de ellas ya han repasado el Uruguay. No hay remedio, seguirán con nosotros”. También surgen otras historias como la de Luisa Medina Curú, de alrededor de 25 años, quien fue apresada y remitida a las Reales Cárceles en Montevideo por haber acompañado la emigración y luego abandonado a su marido y sus hijos para marchar al sur con otro hombre.

OBRA 4.

ARTIGAS DICTANDO A SU SECRETARIO MONTERROSO

Pedro Blanes Viale

1919

Óleo sobre tela

328,3 x 239,3 cm

MHN 936

LAS QUE CONFORMAN UN POBLADO

La villa de Purificación, en la desembocadura del arroyo Hervidero sobre el río Uruguay (departamento de Paysandú), se formó a partir del cuartel general de Artigas en 1815.

Una de las versiones sobre el nombre de la villa refiere a que José Monterroso, secretario de Artigas la denominó así por ser sitio destinado para “la purificación espiritual” de los enemigos de la revolución. Además de ser lugar de confinamiento de prisioneros de guerra y desterrados, se establecieron allí artesanos y comerciantes. Fue la capital política del Sistema de los Pueblos Libres y en ese lugar aprobó Artigas el “Reglamento provisorio de la Provincia Oriental para el fomento de la campaña y seguridad de sus hacendados”. La villa -campamento existió hasta 1818.  La escena de esta pintura transcurre en el interior de un rancho. Pedro Blanes Viale pintó la obra a solicitud del Poder Ejecutivo en 1919, en el marco de las conmemoraciones del Centenario de la Independencia, con el objetivo de ponderar el accionar político del artiguismo. ​ Más allá de la escena pintada que podría remitir al cuartel general, en Purificación se estableció una población civil permanente alcanzando las 1.500 personas, incluidas la población indígena de guaycuruses y abipones. Existen referencias específicas a mujeres de la villa en documentos de diversas parroquias del litoral. Por ejemplo en los registros de matrimonio Juana Ayala figura casada con Manuel Artigas. También en un censo levantado en Paysandú se mencionan nacidas en la zona de Purificación a Lauriana San Martín, María Dolores López y la “morena” María Eustaquia Silva. A partir de 1816 Artigas promovió diversas acciones con el fin de afianzar la población. En ese contexto se facilitó la llegada de pobladores como el pedido del cabo Pedro Gómez del Regimiento de Blandengues “que ha suplicado quiere conducir a su Madre a este destino”. Otra referencia que presumimos está ligada a labores femeninas se infiere cuando Artigas solicitó a Miguel Barreiro le remitiera “paños y lienzos como para poder trabajar aquí algunos vestuarios y remediar la necesidad de la tropa”. Madres, hermanas, esposas de soldados o las familias que se establecieron en las cercanías seguramente asumían este tipo de actividades y las de ayudar a mantener los cultivos en las tierras de labranza.

OBRA 5.

REVISTA

DE 1885

Juan Manuel Blanes

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OBRA 6.

DESEMBARCO
DE LOS TREINTA
Y TRES ORIENTALES

Juan Manuel

Blanes

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